En nuestro curso de Astrología Básica continuamos el viaje por las diferentes energías de la vida, esta vez le tocó a Sagitario y Capricornio. Sorprende la forma en que cada vez nos cuesta menos sintonizar con la esencia de los signos, y cómo, según avanzamos y profundizamos en el Zodiaco, nos vamos desprendiendo de viejos prejuicios. En fin, ¡es lo que tiene la Astrología! Paso a paso, clase a clase, comprendemos mejor que cada signo tiene una lección importante que regalarnos, para ser más conscientes de nosotros mismos, para ver las cosas de otra manera.
Con Sagitario aprendemos a fluir, a entregarnos y dejarnos llevar por la corriente de la vida. Ya no estamos atados a nuestro pequeño ego, sino que nos conectamos con algo más grande y pleno que nosotros, y eso nos hace sentir, simplemente, felices. En Sagitario, ¡todo es buen rollo!
Con Capricornio, en cambio, nos sumergimos en el mundo de la previsión y el deber, nos volvemos ambiciosos, tenemos que llegar a la meta, y nos ponemos muy serios y responsables. ~¡Menudo rollo!, podría decir alguien (jeje, un sagitariano, por ejemplo), pero imagínate qué sería de nosotros sin un poco de seriedad, si no tuviéramos estructura en la sociedad. Sería el caos, y no concretaríamos nunca nada. ¡Y cómo nos gusta cuando nos reconocen un trabajo bien hecho, cómo disfrutamos de lo que logramos con mucho esfuerzo!
Sin la seriedad de Capricornio, Sagitario se puede quedar en brillantes promesas que nunca se cumplen; sin Sagitario, Capricornio se hace rígido e inflexible, un “viejo cascarrabias”.
Y ahora dime: ¿te sigue pareciendo que estos dos signos son el día y la noche, que es o uno o el otro, que no pueden convivir? Qué mejor combinación para nuestra realización: fe para buscarla, y tesón para encontrarla. ¿Se puede pedir más?
Gustavo Capece